En un mes se han celebrado dos ferias del automóvil en Madrid: la bianual de vehículos nuevos (aunque sólo BMW, Mercedes, Infinity y Volvo) y la anual de usados.
Toda una oportunidad para ponerse al día en modelos y ofertas.
Si bien no planeo deshacerme del coche, no está de más ir evaluando posibilidades ante un imprevisto. Cuesta reconocerlo, pero no hay nada eterno, ni siquiera un irrepetible 21.
Ha sido estupendo evaluar coches. Muchos podías sacarlos y probarlos. Me centré en las berlinas, aunque también me llamaron la atención el nuevo Civic y el Lancia Delta.
Si no eres exigente con colores y motores, puedes llevarte un buen trasto a buen precio.
Imponentes berlinas de 4,80 metros, altas y anchas, interiores bien elaborados.
Pero la realidad es la de siempre: no es fácil acoplarte si mides 1,91. Los volantes se regulan en altura y profundidad, pero pasan dos cosas: o las rodillas pegan en el volante o queda demasiado cerca.
La excesiva anchura de las consolas disminuye el espacio para el desplazamiento lateral de las piernas.
La cabeza también tiene problemas. Debido a las formas curvas del inicio del techo, si subes el asiento tienes que mirar la carretera hacia abajo, ya que tu cabeza queda por encima del borde superior del parabrisas.
Una vez que te conformas con la postura, empiezas a mirar a tu alrededor. Una parte considerable del morro ni se ve. Hacia atrás, suele ser penoso: los cristales se elevan y eso parece un bunker. No se ve un pijo.
Los pasajeros tampoco pueden tirar cohetes, en especial al que le toca padecer el central trasero. No sigo con otros muchos detalles por no enrollarme más, pero te deja un sabor agridulce.
De vuelta a casa, coges el viejo 21. Entras cómodamente, puedes extender los brazos, tus piernas disponen de amplia libertad bajo el volante, miras bien hacia adelante, tus hombros quedan bien por encima de la cintura del coche, la seguridad de mirar hacia atrás y apreciar la amplia superficie acristalada, el control de las dimensiones del coche...
Total, que conduces con más cuidado, no vaya a estropearse el valioso 21. El motor ronronea suavemente, empujando fuerte desde muy abajo, olvidando que su aceite tiene ya 8.000 km., sin protestar siquiera haber planeado llevarlo al desguace.